sábado, 18 de abril de 2015

Sean mis testigos hasta los confines de la Tierra




Hace unos días participé con mis hermanos de comunidad de las Misiones de Semana Santa en Puente Alto. Unidos a muchos misioneros laicos vivimos el deseo de encontrarse con el amor de Dios hecho hombre, con el propio Cristo que se demuestra a nosotros en el rostro del hermano, ese rostro misericordioso que nos lleva a amarlo cada vez más.

Ese tiempo de misiones me hizo pensar en como vivimos la Semana Santa, en como realmente deseamos entregar nuestro tiempo por el otro, aceptando nuestras debilidades y las responsabilidades que nos fueron pedidas, en como respetamos el espacio del otro y como salimos de nuestro espacio de forma misericordiosa. A veces mi "miopía espiritual" me aleja de poder reconocer Cristo en los demás... incluso llego a creer que determinadas personas, que tienen ideales y modos de proceder distintos del mío, están más lejanas de Dios que yo. ¡Que error más grande! ¡Que triste ver esa ceguera dentro de mi corazón!






Apenas una semana después me aparece la posibilidad de ayudar en el "Cuasimodo" del Santuario Votivo de la Virgen del Carmen en Maipú. Lo único que sabía del "Cuasimodo" era que así se llamaba el "jorobado" de Notre Dame... Así que, antes de más nada, busqué saber exactamente de que se trataba esta "fiesta". Supe que era el día en que los sacerdotes llevaban Jesús Sacramentado e los enfermos que no podían ir a la Iglesia durante el año. Y bueno... eso ya me era suficiente: La Iglesia que sale al encuentro del que más sufre llevando al grande Rey. Así que crucé la ciudad para vivir esa nueva experiencia.

Entre una conversación y otra descubro los "datos freak" de la fiesta. Se conoce por el domingo del "cuasimodo" porqué la antifona de entrada de la misa en Latin decía "Cuasi modo infantes..." ("del mismo modo que los niños..."), de forma que los fieles, que obviamente no entendían nada de latín (la prueba que fue bueno el pequeño cambio de los idiomas en las celebraciones litúrgicas), guardaban en sus memorias que esa era "la misa del 'cuasimodo'"; La tradición chilena de se hacer la fiesta acompañada por las columnas ornamentadas empezó pues los curas de la colonia sufrían atentados en búsqueda del oro de los copones, así los fieles empezaron a acompañar al sacerdote con caballos y carros; que Maipú es el lugar donde se abriga el mayor grupo de cuasimodistas de Chile; que se hace esa fiesta en todo el país; y eticetera y eticetera... Pero, ¿qué es el Cuasimodo? o mejor, Mirando todas esas explicaciones y historias, ¿qué se vive ese día?

Creo que el mejor modo de se explicar es la imagen de mi ilustre hermano de comunidad, con quien tuve el honor de estar en esa fiesta, buscando explicar esa misma sensación a mis demás hermanos de comunidad... Él simplemente se entusiasmaba tanto que nadie pudo entender exatamente lo que había pasado. Era tanta la alegría, la emoción, eran tantos los recuerdos de las cerca de 50 familias visitadas por cada columna, eran tantos os sonidos guardados en la memoria, de los caballos, de los carros, de las musicas, de los llantos, de las risas, de los "muchas gracias por traerme el Señor"... No se puede explicar...



Y todavía tenía la pregunta de como viví yo la muerte y resurrección de Jesús. ¿Por qué tenía esa duda? de tan solo mirar lo que les acabo de escribir veo como Jesús murió con mis trabas y me entregó modos de vivir según su vida nueva. Tengo a tan pocos centímetros de mis débiles ojos la alegría de Cristo Vivo.


Reconozco que mi falta de fuerzas y mis miedos interiores me dificultan mucho en entregarme cada vez más a ese pedido del Señor, pero también tengo muy claro de que mi entrega no es un "100%" de una, pero sí una permanente y incansable búsqueda por encontrar al mismo rostro de Jesús en otro, en Cristo Sacramentado, en su divina Madre y mi siempre educadora, en mí mismo... en los confines de la Tierra que está más cerca de lo que podemos imaginar: en mi propio corazón.
 





Atreyu

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