Creo que el mejor modo de se explicar es la imagen de mi ilustre hermano de comunidad, con quien tuve el honor de estar en esa fiesta, buscando explicar esa misma sensación a mis demás hermanos de comunidad... Él simplemente se entusiasmaba tanto que nadie pudo entender exatamente lo que había pasado. Era tanta la alegría, la emoción, eran tantos los recuerdos de las cerca de 50 familias visitadas por cada columna, eran tantos os sonidos guardados en la memoria, de los caballos, de los carros, de las musicas, de los llantos, de las risas, de los "muchas gracias por traerme el Señor"... No se puede explicar...
Reconozco que mi falta de fuerzas y mis miedos interiores me dificultan mucho en entregarme cada vez más a ese pedido del Señor, pero también tengo muy claro de que mi entrega no es un "100%" de una, pero sí una permanente y incansable búsqueda por encontrar al mismo rostro de Jesús en otro, en Cristo Sacramentado, en su divina Madre y mi siempre educadora, en mí mismo... en los confines de la Tierra que está más cerca de lo que podemos imaginar: en mi propio corazón.
Atreyu
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