quarta-feira, 1 de junho de 2016

la novedad se traga al anterior sin mirar a sus cualidades

Hace unos días, conversaba con un hermano y hablábamos de como las personas tienden a decir que lo anterior es de menor valor cuando lo nuevo tiene una imagen más atractiva. Y eso no se limita a lo material. Yo y ese hermano, teníamos como ejemplo a nuestros ilustres papas Benedicto XVI y Francisco. Llama mucho la atención como en muchos momentos el Papa Francisco aparece como el salvador de la Iglesia y el Papa Benedicto como un conservador anticuado.
Mi pregunta, y también la de mi hermano, estaba en eso de que uno tiene que ser mejor que el otro. Pero no hay como comprar dos cosas distintas, no se puede comparar personas distintas. Si hay distinción no son comparables. Se puede comparar algo o alguien que posee características parecidas, pero se difieren en algunos puntos, pero eso tampoco quiere decir que uno es mejor que el otro.

Simplemente son distintos.

Creo que eso se puede aclarar de manera muy especial en las personas de Benedicto y de Francisco, principalmente si no nos olvidamos que ellos son Joseph y Jorge, que son un alemán y un argentino, que son un doctor en no sé cuantos temas y un maestro de la pastoral... los dos son distintos, no hay que compararlos.

Ahhhhh más uno usaba los sapatitos rojos y el otro es más cercano.... ahhhh más uno buscó organizar lo que estaba mal organizado y el otro reformar lo que estaba mal reformado... ahhhh más uno habla de manera más erudita y el otro es más del pueblo.... ahhhhh.... Primero, no se trata de reconocer si uno es más populista o no, si uno es más inteligente o no, si uno es más eso o aquello o no... son distintos y solo eso. En la riqueza de la pluralidad de la Iglesia, que pérdida tendríamos si dos Papa fueran iguales... que error del Espíritu Santo sería elegir a dos clones para estar atentos a la realidad de la Iglesia.

No nos cabe juzgar si las palabras de uno, las decisiones del otro, el modo de actuar de los dos... si son o no correctas o mejores... son no más. Ya fueron tomadas y hechas. Están y punto. Nos cabe a nosotros decidir como vivir en nuestras vidas esas diferencias, como cada uno puede ser mejor persona (según uno mismo) teniendo como ejemplo lo que uno hizo o dejó de hacer.

Si Francisco decidió no usar algunos ornamentos que usaba Benedicto, eso tuvo sus motivos para Francisco que nos puede ayudar a nosotros. Pero no por el hecho en sí del sapatito rojo, sino que por el hecho de que uno tiene que buscar su modo de ser personal, su real yo. Francisco no usaría los sapatos rojos, así como Benedicto no usaría modismos en sus discursos. Uno no puede negar su personalidad.

La novedad de Francisco, ya hace sus tres años, tiende mostrarlo como un "mejor Papa"... que raro es que muchos alaban también a Juan Pablo II por su modo de ser, pero se olvidan que él también tuvo todos sus especificidades, algunas muy parecidas a Benedicto.

No me llama mucha atención que Ratzinger sea alabado en ámbitos intelectuales y que Bergoglio sea admirado en los ámbitos más populares, pues ellos se dedican para eses dos ámbitos, pero si me llama la atención que algunas personas (y asumo que caí en ese error grotesco) necesiten desmerecer a uno para elevar a otro. Uno es lo que es por lo que es, no por lo que el otro no fue.

Con mi hermano comentábamos exactamente eso, de cuan triste es que algunos buscan despreciar a alguien por sus defectos y a exaltar a otro por sus cualidades, cuando eses defectos y cualidades no son ni defectos ni cualidades, pues son comparaciones en relación a algo distinto.

Sí... lo importante no es buscar la superioridad por las diferencias, pero sí la valoración de lo propio de cada uno y así creceremos, por la unidad en la diversidad, por la universalidad, por la catolicidad...

El nómada
con pensamientos de Abella

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