quarta-feira, 30 de julho de 2014

“Es muy aburrido para los niños
tener que darles una y otra vez explicaciones”

Hace unos años escuché que la amistad era el vínculo más importante que se podría generar entre las personas. Me acuerdo que poníamos como ejemplo las conversaciones entre el principito y el zorro, de que uno es “responsable para siempre de lo que ha domesticado” (en mi idioma materno se tornaba aún más bonito pues la palabra “domesticado” se cambia para el término “cautivado”). Y hoy me pregunto si uno es realmente responsable por el otro o si tal responsabilidad es eterna, si ese vínculo que surge entre dos personas (o entre un principito de otro planeta y un zorro) es lo más importante que puede existir entre dos personas.
Creo que lo más fuerte en todo ese universo que surge entre dos (o más) personas puede sintetizarse en otra frase del mismo libro de Saint-Exupéry, también muy conocida y ya tornada clásica (o viral) en las redes sociales, que “lo esencial es invisible para los ojos”, aun que yo sigo prefiriendo la frase inmediatamente anterior a esa: “sólo con el corazón se puede ver bien”. Sí, creo que más fuerte que pensar en ser responsable por lo que he cautivado es que mis miopes ojos no pueden ver (y comprender) bien lo esencial. Que el verdadero y más fuerte vínculo entre las personas es incomprensible y, por ser incomprensible, tampoco se puede explicar o encontrar.
Y descubrí eso encontrando y desencontrando personas que creía ser responsable y que pensaba haber un vínculo “sobrenatural”, personas que llamé de amigos y compañeros. Hoy creo que las frases de Saint-Exupéry fueron mal interpretadas en mi confusa cabeza (aún que “El Principito” siga en primero lugar de mis libros favoritos), que me fui unos buenos pasos después de donde podría haber ido, que esperé mucho más de los que los principitos (o zorros) podrían acompañarme. Pero el escritor y aviador francés no tiene ninguna culpa de me haber confundido, y las personas que estaban en mi entorno tampoco tiene culpa por esa confusión. En verdad creo que la culpa no es de él, ni de ellos, tampoco mía. No hay culpables o víctimas, solo aprendices.
Personas que aprendemos que uno está unido a otro sin responsabilidades sobre el otro; personas que aprendemos que mismo que intentemos ver o ser vistos, algunos detalles sólo pueden ser vistos por nuestros corazones que muchas veces cargan con unas cicatrices que otros no pueden comprender; personas que aprendemos que a veces no valga la pena buscar un “amigo” si no se cree en el verdadero sentido de la amistad; personas que aprendemos que a un paso se sigue otro paso y que muchas veces eses pasos son dados en soledad; personas que aprendemos que mismo que se haga el máximo para ver la alegría del otro, la respuesta casi siempre viene como una reclamación, una busca de defectos, una cobranza más, una insatisfacción; personas que aprendemos que a veces por más que no se quiera encontrar un nuevo zorro (o principito) en el camino, ellos van seguir surgiendo y cautivándonos (o domesticando en algunos casos).
Puede que lo más importante en todo eso sea que sobre mi cabeza vuela una bandada de pájaros que me pueden llevar a un nuevo planeta, donde puedo encontrar a un rey soberano, a un contador incansable, a un farolero, a un zorro o aun principito que esté dispuesto a ver la puesta del sol cuarenta y tres veces a mi lado.
No… en verdad creo que nada de eso tiene mucho sentido, pues mi corazón no puede ver bien nada de eso y ya estoy muy grande para comprender algo de la amistad… Así que la frase que mejor representa lo que entiendo yo sobre amistad es que “las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones”. Quisiera ser niño otra vez para intentar comprender lo que me confundió en el pasado.

Gabriel Felipe Oberle





sábado, 26 de julho de 2014

Encontros...

 Aquarelas que fiz com alguns desenhos do artista Claudio Pastro e com alguns meus também:



Desenho original: Claudio Pastro



Desenho original: Gabriel Oberle



Desenho original: Claudio Pastro



Desenho original: Claudio Pastro





Desenho original: Gabriel Oberle





Desenho original: Gabriel Oberle





Desenho original: Claudio Pastro





Desenho original: Gabriel Oberle (inspirado em um desenho de Gustavo Hanna)



domingo, 20 de julho de 2014

Yo (y más dos) en la orilla del lago

Hace algunos días, tuve la posibilidad de pasar una semana en una cada a la orilla de un lago. Las anheladas vacaciones habían llegado. Descanso, noches muy bien dormidas, buenas películas (algunas en verdad no tan buenas así), tiempo para dibujar, pintar y leer, una bella vista para fotografías y un lago. Creo que lo más fuerte realmente era el lago, allí en mi frente, tranquilo, en paz y agrandándose a cada día. Agrandando, pues él estaba con poco agua cuando llegamos y durante la semana se llenó unos buenos pasos en nuestra dirección.
En una de las tardes decidimos “salir” a pescar (después de una tentativa de “navegar” en un bote chico que, mismo con un óptimo resultado, tuve la sensación de que el bote se iba volcar y solo cuando ya estaba en el medio del lago, solo, en un bote de plástico, me acordé de que no tenia puesto el chaleco salva vidas – que bueno que mi mamá no sabe leer en español). La idea fue tan buena y con resultados tan malos que decidimos comprar tebo y aceptamos que pan mojado no atrae al pez y que él se disuelve  al primer minuto dentro del agua.
Y allá estábamos, yo y más dos hermanos de comunidad (sus nombres se mantendrán en sigilo por respecto a sus dignidades de pesca, pero me atrevo a decir que uno estaba en su país natal y a otro le encanta la chipa, basta mirar las fotos ahora). El frío ventaba sobre nosotros, la oscuridad no me permitía ver más que tres metros del agua (puede que sea porque soy miope o porque todavía no salía la luna, da lo mismo). Y nosotros no fuimos capaces de tirar en anzuelo a más de cinco metros de distancia, mismo con un buen equipaje de pesca. La única posibilidad era entrar en el agua, pero el frio e el agua unidos se tornan “agua fría” y esas dos palabritas son suficientes para cambiar cualquier deseo de pescar.
Bueno, dejando de lado un poco las decepciones en la pesca, vuelvo al tema del lago, ya que era él mi gran tema en aquella semana. Me llamaba atención como puede existir una imagen tan bella como esa: una gran porción de agua en paz con un marco de montañas e el sol haciendo el juego de luces entre el amarillo y el rojo en el azul del cielo. ¿Cómo puede algo tan majestoso estar en tanta paz? A mí también me encanta el mar, pero él posee una vida propia y distinta con sus olas. Ya los lagos transmiten paz. Y mismo cuando reciben sus visitantes en el verano, con sus lanchas y esquís acuáticos, se agitan y luego vuelven a tener un tranquilo espejo sobre si.
Mucha vida sobre sí con los pájaros y nosotros (que intentamos sacarlo de su paz). Mucha vida dentro de sí con los peces que no vemos (y tampoco logramos pescar). Mucha vida dentro de mí al reconocer que no soy nada delante de algo como él.
Quisiera subir en el barquito que está ancorado en mi corazón (que creo ser más confiable que aquél bote amarillo) y lanzarme en el lago que está delante de mis ojos o, al menos no limitarme a quedarse en la orilla por miedo del “agua fría” de la vida y adentrarme unos cuantos metros a pata pelada sintiendo entre los dedos del pie el barro que sostiene esa vida y en mis frágiles piernas esa “agua fría” que nada más es que la vida. Basta algunos minutos con el agua hasta las rodillas para acostumbrarse al frío y sentirse dentro de la vida. Y si la vida me enviar un resfriado, el me recordará lo bueno que es empaparme de vida.

Y a mis hermanos (que no revelaré sus nombres, sólo puedo decir que uno es tocayo del hijo de Dios y el otro el que se quedó al pie de la cruz del anterior) espero que en la próxima al menos logremos pescar algo y no solo ahogar los pequeños gusanitos en nuestros anzuelos.









Como visto, eramos cinco. Pero los otros dos no se animaron al intento de pescar. Así que no los cito como personas directamente participantes del ocurrido. Aún que fueron de suma importancia al contexto general de la semana.

aprendizados

A vida ensina que é preciso levantar sempre que a liz nunca se apaga que o olhar reflete a alma A vida ensina que precisamos sentir ouvir e ...